
Investigadores de la Universidad de Harvard hallaron que tomar una siesta inmediatamente después de una sesión de estudio mejora la capacidad de aprendizaje. Para llegar a esta conclusión, pidieron a los sujetos que trataran de aprender un laberinto. Aquellos que tomaban una siesta después de esto, y que reportaban haber soñado con el laberinto, tenían un mejor desempeño recordándolo, mientras que aquellos que no durmieron, o que no soñaron con el laberinto, lo hicieron peor. De alguna manera, concluyeron los investigadores, el sueño es una continuación inconsciente del proceso de aprendizaje.
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